Hace unas semanas acudí a un torneo de baloncesto infantil femenino en Milán. Aparte de una selección de la Lombardía y el equipo local, participaba un equipo húngaro de gran calidad, un esloveno y un español. Por una de aquellas razones que suceden a veces, fui invitado a participar en unos debates que formaban parte del programa del torneo. Parece que los italianos andan muy preocupados por lo que ellos entienden como una situación decadente de su baloncesto y en la mesa se vertieron todo tipo de opiniones. Más o menos las que solemos oír en este tipo de mesas redondas.
En el torneo en cuestión (qué cuidadosos son los italianos con los detalles y su estética) todo era perfecto y el nivel altísimo. Sin embargo, creo que fui de los pocos que quise ver todos los partidos. Pero había una cosa... Al principio pensé que era mala suerte, más tarde creí que alguien no se había preocupado de este aspecto y ya llegada la última jornada vi que el baloncesto italiano, efectivamente, tiene un problema.
En un montón de partidos (el sistema era de liga) pude ver la actuación de muchos árbitros. Jóvenes, tal vez demasiado, pero bien dispuestos y con una buena actitud y presencia. Pero... ¡No pitaban nada! Era normal que las partes acabaran con 2 faltas por equipo, o una o ninguna y los pasos... ¡Qué horror! Me recordó la final España-USA; parecía un reglamento distinto.
También he oído voces aquí, en España y concretamente en algunos colectivos de entrenadores (y algún árbitro) sabiondos, que lo mejor es dejar jugar y pitar muy poco. Yo vi allí cómo (con las manos levantadas, eso sí) las defensoras sacaban con las piernas o la barriga, o con lo que fuera a las atacantes de su trayectoria.
Definitivamente, entendí que era una política, que habían triunfado los sabiondos de turno, como -ya digo- algunos de aquí propugnan.
¡Pero eso no es baloncesto! decía yo a mi amigo italiano. Y él asentía y me decía que, en efecto, se estaba procediendo a una aplicación sui generis del reglamento. No se trataba de casos puntuales, era (es) política, son instrucciones.
Y así no se puede progresar. El progreso es un delicado equilibrio entre entrenamientos y competición. Sin competición no hay progreso; los conocimientos hay que ponerlos en práctica y hay que palpar el premio en la pista por el esfuerzo de los entrenamientos. Pero nadie va a depurar la técnica individual ofensiva si se encuentra con que no tiene premio: Si hace pasos raramente te los pitan y si consigues dejar atrás a tu defensor con un buen movimiento, te pararán con malas artes; sólo vale la potencia. Y de otro lado... ¿Por qué aprender a defender correctamente? Es más fácil dominar las artes marciales.
Pocos lo valoramos, muy pocos se lo agradecen, son el blanco de todas las críticas, objeto de insultos y de faltas al respeto. Pero los buenos árbitros de las categorías de iniciación deberían ser (y aquí habitualmente lo son) la pieza básica que premia el esfuerzo de los jugadores en aprender a defender correctamente y que protege las cualidades técnicas de los jugadores en formación.
Totalmente clave, definitivamente imprescindibles en la estrategia global de la formación.
Tenlo en cuenta, ayúdales y anímales a seguir mejorando ellos también... en vez de vociferar.
Fuente: http://www.carlesbermejo.com
En el torneo en cuestión (qué cuidadosos son los italianos con los detalles y su estética) todo era perfecto y el nivel altísimo. Sin embargo, creo que fui de los pocos que quise ver todos los partidos. Pero había una cosa... Al principio pensé que era mala suerte, más tarde creí que alguien no se había preocupado de este aspecto y ya llegada la última jornada vi que el baloncesto italiano, efectivamente, tiene un problema.
En un montón de partidos (el sistema era de liga) pude ver la actuación de muchos árbitros. Jóvenes, tal vez demasiado, pero bien dispuestos y con una buena actitud y presencia. Pero... ¡No pitaban nada! Era normal que las partes acabaran con 2 faltas por equipo, o una o ninguna y los pasos... ¡Qué horror! Me recordó la final España-USA; parecía un reglamento distinto.
También he oído voces aquí, en España y concretamente en algunos colectivos de entrenadores (y algún árbitro) sabiondos, que lo mejor es dejar jugar y pitar muy poco. Yo vi allí cómo (con las manos levantadas, eso sí) las defensoras sacaban con las piernas o la barriga, o con lo que fuera a las atacantes de su trayectoria.
Definitivamente, entendí que era una política, que habían triunfado los sabiondos de turno, como -ya digo- algunos de aquí propugnan.
¡Pero eso no es baloncesto! decía yo a mi amigo italiano. Y él asentía y me decía que, en efecto, se estaba procediendo a una aplicación sui generis del reglamento. No se trataba de casos puntuales, era (es) política, son instrucciones.
Y así no se puede progresar. El progreso es un delicado equilibrio entre entrenamientos y competición. Sin competición no hay progreso; los conocimientos hay que ponerlos en práctica y hay que palpar el premio en la pista por el esfuerzo de los entrenamientos. Pero nadie va a depurar la técnica individual ofensiva si se encuentra con que no tiene premio: Si hace pasos raramente te los pitan y si consigues dejar atrás a tu defensor con un buen movimiento, te pararán con malas artes; sólo vale la potencia. Y de otro lado... ¿Por qué aprender a defender correctamente? Es más fácil dominar las artes marciales.
Pocos lo valoramos, muy pocos se lo agradecen, son el blanco de todas las críticas, objeto de insultos y de faltas al respeto. Pero los buenos árbitros de las categorías de iniciación deberían ser (y aquí habitualmente lo son) la pieza básica que premia el esfuerzo de los jugadores en aprender a defender correctamente y que protege las cualidades técnicas de los jugadores en formación.
Totalmente clave, definitivamente imprescindibles en la estrategia global de la formación.
Tenlo en cuenta, ayúdales y anímales a seguir mejorando ellos también... en vez de vociferar.
Fuente: http://www.carlesbermejo.com