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01 marzo 2010

Mateo 25,14-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:


Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes; a uno le dejó cinco talentos de plata; a otro, dos; a otro, uno; a cada cual según su capacidad. Luego se marchó.


El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos.

En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.


Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos.


Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:


«Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco».

Su señor le dijo: «Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor».


Se acercó luego el que había recibido dos talentos, y dijo:


«Señor, dos talentos me entregaste; mira, he ganado otros dos».


Su señor le dijo:


«Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante: pasa al banquete de tu señor».

Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo:


«Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo».


El señor le respondió:


«Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco para que al volver yo pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes».